CRISIS DEL SISTEMA FERROVIARIO: LA FALTA DE UNA POLÍTICA DE ESTADO
Por Mario Das Neves. El Gobierno Nacional parece muy eficiente a la hora de hacer diagnósticos y decir que un servicio público arrastra décadas de falta de inversión y desmantelamiento producto de las políticas neoliberales, pero muy poco efectivo a la hora de aportar decisiones, planes estratégicos y recursos que pongan fin a las situaciones irregulares que denuncia.
El oprobioso estado del sistema ferroviario argentino es un ejemplo claro de esta compulsión del kirchnerismo por el diagnóstico permanente y la enunciación de de proyectos y soluciones que nunca llegan a destino; grandes puestas en escena difundidas por cadena nacional en los horarios de mayor rating televisivo.
¿Cuántos anuncios grandilocuentes terminaron en la nada? ¿Cuántos accidentes se registraron sin que se tomen medidas preventivas en serio? ¿Por qué flaquea la voluntad política del Gobierno cuando hay mucho dinero en juego? ¿Cuál es el valor que se le da a la vida?
Esas preguntas nos sitúan en un doloroso panorama dominado por la resignación frente a la desatención de la vida. No uno, ni dos, sino más de veinte argentinos mueren todos los días en accidentes de tránsito y la mayoría de ellos son evitables.
En los cruces de vía se suceden muchos accidentes que no deberían registrarse. Faltan allí políticas y la presencia del Estado. Falta control y una adecuada asignación de recursos.
Del mismo modo que el Gobierno tiene energía y capacidad política para promover debates y generar leyes y soluciones para ciertos temas que le interesan, aunque no figuren en la agenda prioritaria de los ciudadanos, debería impulsar el diálogo y la discusión para que los argentinos dispongamos de una política de tránsito que nos cuide, que impida que todos los días se ponga en riesgo la vida de nuestros seres queridos.
Los gobiernos tienen como objetivo principal solucionar los problemas de la gente y asignar racionalmente los fondos públicos. El kirchnerismo no cumple con ninguno de esos postulados.
Durante estos ocho años sólo hemos escuchado excusas mientras los recursos se dilapidan en subsidios que no se traducen en mejoras del servicio ferroviario.
Por un lado, todos los días los servicios ferroviarios empeoran. Los viajes con demoras pasaron del 13,4% en 2009 al 19,1 en 2010. Las cancelaciones se incrementaron del 3 al 5 por ciento.
En tanto, las empresas son premiadas con más subsidios, que en 2011 superarían los 4.500 millones de pesos contra los 3.000 millones de 2010.
En algunas líneas ferroviarias, se publicitó la incorporación de vagones doble piso como si fueran la panacea para los ciudadanos que utilizan los servicios de esa línea. Lejos de ello, los usuarios siguen viajando apilados, maltratados y discriminados.
También escuchamos en cadena nacional la inminente puesta en marcha de programas de soterramiento de vías que nunca se concretaron.
¿Por qué tenemos que resignarnos a ver como la falta de políticas de Estado predestina a una muerte programada a veinte argentinos por día?
Necesitamos una nueva agenda para el debate público. Una agenda posible. Una agenda que en la que la vida tenga prioridad.