CFK, Sinceramente y el Plan Gelbard
Por / Lic. Tomás Pessacq. En la presentación de su libro Sinceramente, el pasado 9 de mayo en la Feria Internacional del Libro, su autora, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y actual candidata a la vicepresidencia de la Nación integrando la formula junto a Alberto Fernández, hizo referencia en varios pasajes de su disertación a lo que considera de vital importancia para salir de la dramática situación en que deja el país la actual gestión de gobierno: se refirió a un Gran Pacto Social y aludió directamente por referencia histórica comparativa al Gran Pacto Social celebrado en el tercer gobierno de Perón por diversidad de actores sociales centrales en la economía, la política y la sociedad Argentina.
Para quienes pudieran estar interesados en tener una aproximación puntal como referencia a tal evocación histórica valga el repaso por los aspectos más salientes de aquella propuesta que siguen a continuación en la presente nota.
El Pacto Social consistió en un acuerdo que definió la política económica de las primeras fases del gobierno peronista de Héctor Cámpora y la tercera presidencia de Juan Domingo Perón. Se realizó entre las bases obreras representadas en el sindicalismo (nucleadas en la CGT) y el empresariado argentino (nucleado en la CGE Confederación General Económica)
El ministro Ber Gelbard (quien fue fundador y presidente de la CGE), se planteaba la necesidad de reconciliar a obreros y empresariado nacional para potenciar y direccionar sus acciones reciprocas en un mismo sentido, así nació el Pacto Social.
El pacto social fue firmado el 8 de junio de 1973 por los miembros de la CGT y la CGE, su contenido tenían como objetivo concertar y definir la política económica nacional a implementar entre los tres sectores clave de la Economía: el Gobierno, la Industria y los Sindicatos en pos de conseguir la recuperación económica del país que tenía a esta altura problemas no sólo coyunturales como la inflación, sino también estructurales.
Al referirnos al Plan Gelbard no podemos evitar aludir a dos dimensiones fundamentales sobre las que este plan se funda y constituye: la dimensión Político-social representada con el Pacto Social y la dimensión estrictamente asociada a las medidas económicas implementadas por el ministro de economía Ber Gelbard en el tercer gobierno peronista.
El Pacto Social se constituye como la base fundamental del Plan Gelbard. Dicho pacto se lleva a cabo entre los sindicatos representados por la CGT, y los sectores empresarios locales de la burguesía doméstica representados por la CGE, y el gobierno. En dicho pacto se establece un aumento salarial del 20% y un congelamiento de los precios. Se establece la supresión de los convenios colectivos y también la fijación de los salarios (los convenios colectivos se suspenderían por dos años). El pacto social puede interpretarse como manifestación de la expresa intención de restablecer la alianza entre los sectores populares urbanos asalariados congregados en la CGT y la burguesía doméstica (alianza defensiva en términos de O’Donnell), es un pacto destinado a la normalización institucional de las luchas sociales y venía a disciplinar los conflictos entre capital y trabajo. El pacto social aseguraba el gobierno de la economía a través del gobierno político de las clases. En tal sentido el pacto social es el pilar de una nueva política económica de concertación, fue fundamentalmente un pacto político de coincidencias mínimas entre el sector trabajo y el capital.
En lo que atañe a las medidas implementadas en la esfera económica por Gelbard son de destacarse los siguientes aspectos programáticos:
Se pretendió beneficiar la acumulación del capital y concomitantemente mantener elevado el nivel de salarios reales del conjunto de los trabajadores.
Se buscó estimular el consumo de las empresas y del Estado a través de la inversión pública y privada.
Se aspiró a dinamizar la producción, no sólo atendiendo al mercado interno, sino pretendiendo también desarrollar la industria dedicada a la producción de insumos y bienes de capital con fines exportables.
Se pretendió limitar al capital transnacional pero no expulsándolos sino poniéndole límites a los capitales extranjeros ya radicados en el país (se intentó nacionalizarlos pero no se llevó a cabo esa medida) y limitando el ingreso de nuevos capitales extranjeros.
Se mantuvieron las retenciones a las exportaciones y se impulsaron dos leyes que establecían 1) la fijación de un impuesto sobre la renta normal de la tierra (que perjudicaba a las tierras más improductivas); 2) y otra ley que establecía la expropiación de tierras improductivas (que no llegó a implementarse porque los sindicatos la votaron en contra).
Se establecieron convenios comerciales con Cuba y con la Unión Soviética
Se aplicaron subsidios a empresas con capacidad exportadora.
Se incrementó el gasto público a los efectos de estimular el consumo y dinamizar la economía. Este incremento en la inversión pública no fue acompañado por un incremento en la inversión privada.
El Plan Gelbard encuentra obstáculos en el seno mismo de su implantación:
El Pacto Social no satisfizo plenamente a ninguno de los dos sectores fundamentales que lo constituyeron: el congelamiento de los salarios y la suspención de los convenios colectivos por dos años no agradó a los sindicatos que se veían presionados por las bases movilizadas. Cabe aclarar que se sancionó una ley de asociaciones profesionales tendientes a centralizar el poder en las cúpulas sindicales. Por otro lado, la CGE no se contentó con el congelamiento de precios.
El incremento en el gasto público y el consumo en general disparó la espiral inflacionaria. El sector industrial no incrementó su capacidad productiva y fue reticente a invertir. Se incrementó el consumo con una capacidad productiva incapaz de incrementarse al mismo ritmo, y esto devino en inflación.
Si bien la CGT y la CGE acataron en un primer momento el pacto social (la primera por no oponerse a un gobierno peronista, la segunda por no ser la instigadora y beneficiaria supuesta del pacto) no dudaron en violarlo cuando vieron sus intereses afectados.
La CGE boicoteó el pacto a partir de la aplicación de sobreprecios a la venta de productos en el mercado negro, desabastecimiento, la no inversión, etc. el sector trabajo siguió presionando por mejoras salariales.
El Pacto Social se quiebra y el Plan Gelbard se hace agua frente a la fuertísima inflación desatada, la crisis de la balanza de pagos producto del recalentamiento de la economía y el déficit de la balanza comercial consecuente, y el profundo déficit fiscal que conlleva.
Con el aumento del petróleo dispuesto por la OPEP, sube el precio de todos los productos importados ya sean insumos, bienes de capital o bienes para el consumo final y consecuentemente el sector empresarial sube sus precios. A poco andar el plan Gelbard estaba acabado.
El plan de Gelbard estaba limitado por el modelo estructural de la Argentina: el aumento del consumo incitado por la inversión pública presiona por un aumento de la actividad económica, es decir, incrementa la demanda interna. Al no aumentar proporcionalmente la producción ni la inversión, aumentan los precios, lo cual acaba produciendo inflación por incremento de demanda relativa.
Gelbar se ve asediado por la puja distributiva desatada entre los empresarios por un aumento de los precios y por la presión de los sindicatos por un aumento de los salarios.
Gomez Morales reemplaza a Gelbard y lo que intenta hacer es enfriar la economía de una manera moderada pero con las tradicionales medidas de la ortodoxa económica liberal.
En marzo de 1975, G. Morales renuncia y en junio asume Celestino Rodrigo. Este propone un shock económico cuyos costos serían pagados por el sector popular. Implementa una devaluación del 100%, aumenta las tarifas y libera los precios. Este es el primer giro claro hacia una respuesta que llegaría años más tarde con Martinez de Hoz. Es el primer intento de dar una respuesta distinta para poner fin a la crisis cíclica, a la inflación, a la crisis de la balanza de pagos, al déficit fiscal creciente. Es un intento distinto de solucionar el problema estructural de la economía argentina, de su escasa capacidad de acumulación de capital.
Detrás de esto se halla el proyecto de aumentar las ganancias del gran capital, estimular la rentabilidad de las empresas a costa de los sectores populares y realizar una apertura a los capitales extranjeros.
Rodrigo fracasa por las presiones de la dirigencia sindical.
Este breve recorrido histórico por el llamado Pacto Social y el Plan Gelbard permite comprender e interpretar dos dimensiones de lo señalado por CFK: por un lado expresa una clara toma de posición categóricamente opuesta a las medidas económicas de corte neoliberales de tercera generación implementadas por el gobierno de Mauricio Macri e impuestas por el Fondo Monetario Internacional. Por otro expone la imperiosa necesidad de un cambio de modelo que privilegie el desarrollo productivo y la recomposición de la demanda interna en beneficio del sector trabajo sin que ello implique un perjuicio para el sector capital, ni del sector agropecuario ni del sector industria y agro industrial de la economía doméstica. Sino más bien expresa la imperiosa necesidad de salir adelante “todos juntos” vista la desastrosa situación en la que se encuentra el país que no ha permitido beneficio alguno ni para los trabajadores ni para el sector identificado con el capital nacional tanto industrial como agropecuario. Por supuesto que en un contexto histórico absolutamente distinto al que caracterizó la época en que se implementó el Plan Gelbard, toda evocación es simplemente ello, una evocación histórica que pretende dar cuenta de un espíritu proyectivo y una toma de posición pero bajo ningún punto de vista pretende expresar la intención de mera repetición histórica. Habrá que tomar los asertos y corregir los errores para un futuro próspero que nos permita salir de la dramática situación en la que deja el país el gobierno de la Alianza Cambiemos.
Lic. Tomás Pessacq, Sociólogo. 01/06/2019