¿Y SI PRENDEN LA TELEVISION?


*por Mario Das Neves. Se cae, se desmorona, el mito de la invencibilidad kirchnerista. Pasó días atrás con el abrumador pronunciamiento de los porteños y poco antes en Tierra del Fuego o Chubut. Ocurrirá sin duda el mes que viene en Córdoba, donde directamente no existen y van sin fórmula propia. Sucederá otra vez el próximo domingo con un segundo y definitivo rechazo de las urnas en Capital Federal. Santa Fe se pronunció hoy sin anestesia. Va llegando a su fin un estilo de gestión, una forma autoritaria, discriminatoria y confrontativa de gobierno.

Es el reaseguro que nos da la democracia y la fuerza de las instituciones por más que se intente burlarlas. Las urnas, que le dieron legitimidad al “modelo”, según gusta autodefinirlo pomposamente la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, son las mismas que se la quitarán en tiempo y forma. De sorpresa en sorpresa, la mayor se la llevarán el 14 de agosto, con porcentajes que reflejarán un humor popular muy distinto al que registran las encuestadoras amanuenses.
Es una pena que lo que nació tan bien termine tan mal. Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández después, venían, en el imaginario colectivo, a llenar el vacío de recambio y a saldar las heridas de la noche dictatorial, el atribulado despegue de la democracia con el alfonsinismo y el sofocante otoño neoliberal del menemismo.
No fue así. La pavorosa exclusión se transformó en clientelismo estructural y la palabra consenso fue desapareciendo, cuando había sido la razón de ser que los había llevado al gobierno, como síntesis del apoyo la propuesta justicialista para salir de la crisis.
El diálogo político constructivo con el adversario y, lo que es peor aun, la responsabilidad institucional con las provincias fue paulatinamente desapareciendo de escena. El federalismo se esfumó y la política se redujo a un club de negocios y amigos, sin principios y con demasiados fines subalternos.

Lejos de tener una ideología de izquierda, derecha o centro, el kirchnerismo es el vaciamiento político e ideológico de la sociedad argentina. Es el discurso único, la renuncia a los valores de la lucha política democrática franca y su reemplazo por la intolerancia y el gerenciamiento de la militancia con banderas tan endebles como hipócritas.

El Presupuesto nacional se ha convertido hoy en una gran caja que administra los premios y castigos, en tanto que el crecimiento con esa impronta es tan deforme y sin futuro como el de la década de Carlos Menem, hoy curioso oficialista si los hay.

Pero el viento de cola no es eterno aunque lo nieguen, como hacen con la inflación. Es ignorar la realidad y comprar lo que se vende: el artificial y fantasioso relato de la misma que a diario nos hace la Presidenta desde distintos atriles, en campaña electoral plena, aunque tampoco lo reconozca.

La ilusión de 2003, que compartimos y se mantuvo en 2005 y 2007, comenzó a desmoronarse en 2009 con las caricaturescas candidaturas testimoniales. En estos años, solo atinaron a repetir, modernizados, los mismos errores del pasado. Faltan tres meses para el 23 de octubre y en las urnas, como en el fútbol, los partidos se ganan en la cancha. La gente quiere goles y los va haciendo. Sólo el gobierno y su prensa a medida no lo ven. ¿Y si prenden la televisión?

*gobernador de Chubut y candidato a vicepresidente por Frente Popular
Fuente: http://noesperonismopop.blogspot.com

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